
A 4.828 kilómetros de su Salta natal, más precisamente en la ciudad de Boca Chica, Rolando Arnedo se encuentra en pleno camino de cumplir su sueño: ser el primer entrenador argentino en llegar a las Grandes Ligas. En MLB ya está desde hace años, de hecho, es el coordinador de la academia dominicana de Arizona Diamondbacks, organización que en la última pretemporada lo invitó para ir como parte del staff de coaches del equipo principal. Surgido en el Club Popeye, institución con la que lo une un cariño inquebrantable, el Rana tuvo una extensa carrera como jugador profesional y de la Selección Argentina pero nunca llegó a imaginar lo que hoy vive. “A veces lloraba y pensaba que Dios y que la vida habían sido injustos conmigo porque había nacido en el lugar equivocado”, nos reveló.
Aquí, una entrevista a fondo con él, que desde la calurosa y húmeda República Dominicana se brindó a más de una hora de charla con BeisbolArgentino.com.ar. Pasen y lean, están invitados.
-¿Cuál es tu cargo actual en Arizona Diamondbacks y qué tareas incluye?
-Esta es mi tercera temporada como coordinador de la academia de Latinoamérica. Todas las franquicias de la MLB tienen sus equipos aquí en República Dominicana porque para jugar béisbol profesional hay dos vías: o sos agente libre o entrás por el draft. El 95% de los latinos entran por agencia libre, es decir, por nuestro lado; y el 98% de los norteamericanos lo hacen por el draft. El mercado latino pasa por aquí y por la Dominican Summer League, sobre todo porque tenemos un sistema diferente de formación. Los estadounidenses son más organizados y tienen un seguimiento del jugador desde el high school o el college (NdeR: escuelas secundarias y universidades, respectivamente). A la mayoría de los chicos que tenemos se los contrata cuando tienen 16 años y seis meses, que es la edad legal para poder firmar un convenio profesional. Aquí nosotros tenemos dos equipos. El número uno vale casi cuatro millones de dólares repartidos entre las firmas de los chicos y ahora mismo ya llegaron los que contrataron para el año que viene. En cuanto a mi tarea principal, la misma es organizar todas las actividades que se van a hacer dentro del entrenamiento beisbolístico. En este momento tenemos 96 jugadores por lo que lleva una logística que se hace siempre el día previo. No es que llego y digo ‘Hoy vamos a hacer tal cosa’. Tenemos recolectados los emails de todos los jugadores y entrenadores, por lo que un día antes les enviamos el programa del día siguiente con los horarios, para que ellos ya sepan qué se va a trabajar y cómo.
-¿Cómo es la relación con los chicos a los que entrenás?
-Muy buena. Además de las prácticas, por las tardes ellos estudian inglés o terminan el secundario, por lo que si alguno falta a clases me escriben a mí para notificarme y hago un poco el rol de papá de ellos. Tengo que saber por qué faltaron. Estoy medio a cargo de todo. Es difícil pero hago lo que me gusta.

Rolando Arnedo (el quinto desde la izquierda) junto a parte de su grupo de trabajo en Dominicana.
-¿Cómo fue tu camino de entrenador para llegar a donde estás hoy?
-En octubre de 2012 fui enviado por la Federación Argentina de Béisbol a República Dominicana para realizar unas actualizaciones, le avisé que venía a Junior Novoa (Jefe de Operaciones de Latinoamérica), con quien me había quedado una buena relación de cuando yo jugaba, y él me invitó a pasar unos días con Arizona. Estuve dos semanas con ellos y otras dos con los Miami Marlins. En 2013 regresé, trabajé un año como voluntario y luego fui contratado. Esta sería mi sexta temporada con los Diamondbacks. Comencé siendo coach de outfield, luego pasé a bateo, que es donde más cómodo me siento, y el año pasado fui mánager, cosa que me gustó mucho.
-¿Es verdad que mientras trabajaste de voluntario tuviste que vender un auto tuyo para poder mantenerte?
-Sí. Yo estaba de novio con la que actualmente es mi esposa y le dije que me había salido una oportunidad para ir a Dominicana, que si se animaba a venir. Vendimos el auto y con ese dinero vivíamos en un departamento muy chiquitito, pegado a una autopista. Con ella siempre nos reímos porque la ventana de la ducha daba a la carretera y en Santo Domingo (NdeR: la capital del país) hay mucho tránsito, por lo que había muchos autos que estaban ahí parados. Vos te estabas bañando y la gente estaba ahí a 40 metros tuyo, ja. Estoy súper agradecido a los Diamondbacks por haberme abierto las puertas y por empujarme a ser mejor todo el tiempo. Esta organización es realmente una familia y todo el tiempo te están capacitando. Si uno es capaz de recibir bien la información, es fácil crecer.
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-¿Cómo es un día promedio tuyo en la academia?
-El despertador suena a las cinco de la mañana y arranco para el complejo. Alrededor de las 5:30 ya estoy en el gimnasio porque el trabajo es bastante físico y hay que tratar de mantenerse un poco. Luego de eso empiezo con la computadora, desayuno y leo los informes del día anterior. Tenemos una página web interna de los Diamondbacks en donde los entrenadores subimos reportes completos sobre cómo estuvieron los chicos en cada área, que es monitoreado por los coordinadores en Estados Unidos. Es algo que hacemos todos los equipos de Ligas Menores. Alrededor de las 7:30 tenemos la reunión del equipo, a la que asisten todos los entrenadores, y repasamos lo que será el día. Soy el encargado de que todos estemos en la misma página, digamos. Después nos pasan el reporte médico, para ver el estado de algún lesionado, y ya comienzan los trabajos. La práctica siempre va desde las 7:40 hasta las 9:30 y trato de darles a los chicos un break de 45 minutos porque acá hace mucho calor. Si hubo juego, luego de él nos reunimos con los coaches y hacemos los reportes del partido. Sea bueno o sea malo lo que haya pasado, hay que ponerlo y decir la verdad, y luego comienzo a armar el programa del día siguiente en conjunto con los mánagers, porque tal vez a veces ellos quieren trabajar algo en específico con su equipo.

El Rana con su uniforme de los Diamondbacks.
-Fuiste invitado por un día al staff de entrenadores del primer equipo durante el Spring Training. ¿Cómo fue eso?
-Estuvo muy bueno, fue un momento emocionante. Cuando me enteré me puse a llorar porque es el sueño de toda la vida. Más allá de que fui en el rol de invitado, fue una locura. Llevo ya un tiempo en la organización y muchos coaches se pusieron contentos por mí. Lo principal fue el trato que me dieron allá, porque estuve como uno más. No es que era una figurita ahí y ya. Me dieron bastante uso, sobre todo porque ya conozco a varios de los entrenadores, e incluso hay un colombiano que jugó conmigo. El primer juego fue en el campo de Spring Training pero después me enviaron a dos partidos más, que ya fueron en Chase Field, el estadio oficial donde jugamos en Phoenix. Estuvo buenísimo y el lugar es imponente. Se me cruzaron muchas cosas por la cabeza. A veces uno no toma dimensión de en dónde está. Me llegaron muchas felicitaciones desde Argentina y eso me puso súper contento pero ahora quiero más.
-¿Cómo se juega en la Liga Dominicana con respecto a las Grandes Ligas? ¿Y cómo trabajan ustedes en la adaptación de los prospectos que llegan?
-Nuestra Summer League es una short-season de nivel rookie, que vendría a ser la mitad de una full-season (NdeR: estas son de alrededor de 150 partidos, como en A media, Doble-A y Triple-A). Es una liga para los jugadores más jóvenes que recién están comenzando. Empieza en junio y termina en agosto. Son 72 juegos en dos meses y medio, y se compite de lunes a sábado. Para mí este es el torneo más difícil de todas las Menores, y gracias al trabajo de todos los coaches y de nuestros jugadores puedo decir que estamos en primer lugar. Es tan complicada porque hay muchas organizaciones, 14 para ser preciso, que tienen dos equipos. De 44 que participan, sólo seis van a playoffs y es súper difícil clasificar. Con respecto a la adaptación de los chicos nuevos, mucho está en el diálogo que mantenemos constantemente con ellos. Hay que hablarles todo el tiempo porque vienen de educaciones que son muy diferentes, algunas que fueron muy precarias. Si bien nosotros los asistimos en darles clases de inglés o para que terminen la escuela secundaria, no todo el mundo llega al nivel que pretendemos. Lamentablemente, el mismo sistema te va eliminando si uno no se puede adaptar porque es muy difícil llegar a Grandes Ligas. De 100 chicos que se firman, solamente el 2% llega y menos del 1% se mantiene, que sería jugar por al menos tres años.
-¿Qué se habla allá sobre los casos de doping de los chicos dominicanos que firman para con equipos de MLB?
-Hay muchas personas que se aprovechan de las necesidades de esos chicos. No digo que sean todos, porque hay muchos programas muy buenos y serios que hacen las cosas bien, pero como en todos los órdenes de la vida hay gente que quiere sacar provecho y abusan. Todo es exclusivamente por plata. Nosotros ahora mismo firmamos a un jugador al que le dimos 1.800.000 dólares. Por lo general, el agente le quita un porcentaje que va desde el 35% hasta un 50%. Es un gran negocio y todos quieren estar adentro.

El campus de Arizona Diamondbacks en República Dominicana alberga a 96 jugadores que viven, comen, estudian y practican allí.
-Y en promedio, ¿cuánto tiempo pasan los chicos en esa academia?
-Cada individuo es diferente y maneja distintos tiempos. Nosotros nos basamos en el desarrollo del jugador, tanto en el aspecto físico como mental. Hemos enviado chicos de 16 años como también hay otros que tardan entre tres o cuatro años. Por lo general, el promedio con nosotros aquí sería de dos años. Somos una organización bastante “agresiva”, en la que si el jugador nos demuestra que puede manejar los fundamentos y tiene sus herramientas bien, no tenemos temor de subirlo. En este año ya llevamos más de 20 que enviamos a Estados Unidos. La semana pasada mandamos a un catcher y hoy se fue un pitcher, porque todo es una cadena que está híper conectada. Te cuento una curiosidad: la semana pasada en Grandes Ligas se lesionaron dos lanzadores, entonces tienen que suplir esos espacios con las Ligas Menores. De Triple-A suben a Grandes Ligas, de Doble-A suben a Triple-A, de Clase A suben a Doble-A. Así todo para arriba, por lo que nosotros también estamos involucrados en subir chicos para competir en la Clase Rookie de Estados Unidos. Es un efecto dominó. A veces uno ve los juegos por televisión y puede llegar a pensar que estamos lejos pero no, estamos muy cerca.
-¿Qué expectativas tenés para el futuro?
-Ahora mismo mi objetivo a corto plazo es avanzar al próximo nivel y comenzar a trabajar en Estados Unidos. Me siento preparado para hacerlo y creo que puedo aportarle a los Diamondbacks desde otro lugar allá. Si bien me encanta lo que hago y estoy feliz, uno naturalmente siempre quiere más. Los sueños son los motores de las personas y el mío en particular es trabajar en Grandes Ligas. Si uno no sueña, el motor no se enciende y te quedás en una meseta. Estoy en el camino, ya he estado como invitado y uno ve el progreso. Es cuestión de tiempo, obviamente.
-¿Ves factible que en los próximos años alguna academia de béisbol se instale en Argentina?
-No es imposible pero lo veo muy difícil. El principal obstáculo es el clima. Las academias están ubicadas aquí en Dominicana justamente por eso. El béisbol es un deporte explosivo, por lo que si hace frío el jugador corre más riesgos de lesionarse. Otro tema es la falta de competencia. Por ejemplo, si los Arizona Diamondbacks llevasen una academia a Argentina, ¿contra quién jugarían? Lo más importante es siempre competir. Podés entrenar cien veces por día pero si no competís, nunca vas a tener ese feeling de la realidad porque ninguna práctica se asemeja a la competencia real. Sobre todo también porque el béisbol no es un deporte popular en Argentina. En los últimos años sí hemos tenido buenas actuaciones en torneos de mayores pero la realidad es que en las inferiores nos falta mucho para pelearles a los más poderosos. Si tenés cantidad de jugadores es más factible que tengas calidad. No digo que hoy no la tengamos pero es más difícil. Aquí o en Venezuela, el primer regalo para un chico es un bate y una bola, y en Argentina es una pelota de fútbol.

Arnedo en plena práctica del equipo.
-¿De chico en Salta soñabas con algo como lo que estás viviendo hoy o era realmente impensado?
-Yo crecí en el Club Popeye, que estaba a media cuadra de mi casa, y el béisbol me enamoró tanto que me entrenaba más que los demás. Todo eso me fue empujando a lo que sucedió como jugador. Hoy en día, cuando vuelvo al país, siempre trato de dar alguna charla o colaborar para que el deporte crezca. De chiquito había veces que lloraba y pensaba que Dios y que la vida habían sido injustos conmigo porque había nacido en el lugar equivocado. Recuerdo que a los 11 años fui a jugar un mundial a Japón y visitamos un templo budista. Había una pared en la que uno tenía que escribir un deseo y yo puse que quería estar en Grandes Ligas. En esa época apenas si transmitían béisbol por televisión… Gracias al haber nacido en Argentina y al haber tenido la educación que tuve, sobre todo del amateurismo, he tenido el manejo y el éxito entre comillas que hoy tengo, porque siento que puedo entender aún más al jugador. En ese aspecto, el profesionalismo es más frío. Uno se encariña un poco más con los chicos y a veces es difícil porque cuando nosotros echamos a un jugador yo soy el que tiene que transmitirle la noticia al chico. Es duro pero es parte de mi trabajo. Uno no se acostumbra porque está el sueño de alguien que se está destruyendo. De la misma manera, soy el encargado de dar las buenas noticias cuando nosotros los promovemos y los enviamos a un nivel más alto en Estados Unidos. Ese momento sí que es impagable.
La charla va concluyendo y el Rana continúa con ganas de contar su experiencia, como si no hubiera transcurrido una hora de reloj en la que le quitamos tiempo de descanso. Y no es para menos. De Salta al mundo, Rolando porta orgulloso la bandera argentina donde sea que pise. Y como dijo él mismo en la entrevista, “es sólo cuestión de tiempo”.
Periodista formado en @escuelacpd, @DiarioOle y @defeweb. Béisbol y fútbol americano en Argentina. Coordinador y editor de @BeisbolArgCom.

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