Shahir Brahim y su inconclusa experiencia en la academia de MLB debido al COVID-19

A finales de enero, cuando palabras como “distanciamiento social” o “cuarentena” estaban lejos de integrar nuestro vocabulario diario, los juveniles Shahir Brahim, de Daom, y Joaquín Antoniassi, de Vélez Sársfield, viajaron a la Academia de MLB en San Pablo (Brasil), con el objetivo de radicarse allí por seis meses, entrenarse al más alto nivel posible para sus edades y competir en la liga local. Pero todo cambió el 11 de marzo, cuando la Organización Mundial de la Salud declaró pandemia al COVID-19 y, pocos días después, los jóvenes prospectos tuvieron que regresar a nuestro país.

Días atrás, BéisbolArgentino.com.ar dialogó telefónicamente con Brahim para conocer más sobre sus vivencias en tierras verdeamarelas. A continuación, los mejores pasajes de la charla con el infielder de 15 años del club del Bajo Flores, quien se desempeña en la categoría Juniors y el año pasado jugó el Pre-Mundial U15 y ganó el Premio Jorge Newbery.

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– Shahir, antes de meternos en tu experiencia en Brasil, comentanos cómo fue que llegaste al béisbol.

– Fue a los nueve años, mi mamá no quería que me quedase en casa durante del verano y como vivimos cerca de Daom, me llevó a la colonia de vacaciones del club. Después de la colonia había talleres deportivos y uno de ellos era béisbol. Me gustó el deporte porque la pasaba bien. En marzo, cuando empezaron los entrenamientos, me anoté en la actividad y así comenzó todo.

– Estás en el programa de alto rendimiento de Rumi y eso te abrió las puertas de la academia de MLB en Brasil…

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– Si, así es, desde hace bastante tiempo participo en esa iniciativa que lleva adelante Rumi. Junto con un amigo venezolano que estaba en Daom y que ahora está en República Dominicana, fuimos los primeros en formar parte del programa. Recuerdo que tuvimos una charla con Puru Leone y nos contó en qué consistía el plan, que iban a explotar nuestras habilidades y ese tipo de cosas. Al principio fue todo nuevo para nosotros porque teníamos más entrenamientos y actividades nuevas. Quiero aprovechar la oportunidad para agredecerle a Roberto Braccini, por darme la chance de viajar a Brasil, y también a Pablo.

– ¿Cuántos días estuviste en total en Ibiúna?

– El plan original era estar desde febrero hasta fines de julio, pero con el tema de la pandemia tuvimos que volvernos antes, el 18 de marzo. En total fueron casi dos meses.

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Shahir en el complejo de Ibiúna (Cortesía: IG Rumi Prospects)

– Joaquín Antoniassi estuvo en la academia también, ¿su compañía ayudó a que la adaptación fuese más fácil?

– Sí, Joaco es mi amigo, fue muy importante estar con él y vivir la experiencia juntos. Cuando me dieron la noticia de que iba a viajar me ilusioné muchísimo y también supe que era un desafío grande, porque significaba estar alejado por un tiempo de la familia y afectos. Después, cuando me enteré que se sumaba, fue increíble, me alegré mucho por él y además porque iba a tenerlo a mi lado. Fue buenísimo, se nos hizo todo más fácil.

– ¿Cómo fueron los primeros entrenamientos?

– Cuando arrancamos las prácticas estábamos todos iguales, los que recién llegábamos y los chicos que ya estaban en la academia, porque recién empezaba el año y por ese motivo nos sometieron a pruebas físicas de rutina, de habilidad, de corrido las bases y ese tipo tests.

– Describinos un día un normal allá, ¿cómo era la rutina?  

– Nos despertábamos a las seis de la mañana, nos cambiábamos e íbamos a desayunar. A las 6:45 pasaba el micro para llevarnos al colegio, las clases eran de 7:00 a 13:15. El micro nos traía de vuelta a la academia y teníamos 40 minutos para cambiarnos, almorzar y estar listos para la práctica, que comenzaba a las 14:10. De entrenar terminábamos alrededor de  las 19, porque además de las tareas que teníamos diagramadas por los coaches, siempre nos quedábamos a trabajar un rato más por nuestra cuenta en el gimnasio. A las 19:30 cenábamos, teníamos libre hasta las 22:00, tiempo que usábamos para hacer cosas de la escuela y comunicarnos con nuestras familias. A las 22:30 teníamos que estar en la cama si o sí.

– ¿Vivían en la academia?

– Sí, de lunes a jueves vivíamos en Ibiúna. Los días viernes, sábados y domingos nos alojábamos con una familia de un compañero de Indaiatuba, el club en donde jugábamos el torneo local. Los domingos volvíamos al complejo.

– ¿Qué nos podés contar sobre Indaiatuba?

– Es uno de los clubes más importantes y siempre pelea todos los torneos. El equipo tenía a seis jugadores de la academia. En general tuvimos un buen nivel y por suerte pudimos jugarles a todos los rivales de igual a igual y pelearles los partidos.

– Y el torneo, ¿qué nivel tenía?

– Solamente llegamos a jugar un torneo nacional, similar a los que tenemos en Argentina, y nos fue bien, pasamos la ronda clasificatoria y quedó pendiente de jugarse la segunda fase. El nivel era muy bueno, en los partidos se veían pitcheos a muy buena velocidad y también buenos batazos. Lamentablemente, la liga local no se pudo empezar por la pandemia.

– ¿Cómo te fue individualmente? ¿Qué posiciones jugaste?

– Por suerte pude adaptarme al rol que me pidió el equipo, creo que cumplí tanto con el bate como en la defensa. En los entrenamientos en la academia jugué de shortstop y en segunda. En Indaiatuba me ponían de tercera base y catcher.



– ¿Quiénes fueron tus entrenadores?

– En Ibiúna estábamos bajo las órdenes de Thiago Caldeira, Rafael Motoka, Enrique Burgos, Eduardo De León, Mitsuyoshi Sato y Daniel Asanome. En Indaiatuba fueron el Sensei Morita, Juninho y Camargo.

– Pasando al tema de la pandemia, ¿cómo vivieron su evolución?

– Mirá, fueron pasando muy de a poco las cosas, porque cuando llegamos ya se hablaba del coronavirus en las noticias pero parecía algo lejano. Después, cuando empezó a empeorar la situación en Europa y también cuando llegó a Estados Unidos, nos dimos cuenta que la cosa se estaba poniendo fea. En un momento los chicos brasileños nos consultaron qué íbamos a hacer si se cerraban las fronteras, si nos quedábamos ahí o volvíamos. Al principio, con Joaco pensábamos internamente en que nos íbamos a quedar, que íbamos a pasar la pandemia allá. Cuando Brasil comenzó a tomar medidas y anunció la primera cuarentena de 14 días, igual que en Argentina, nosotros seguíamos siendo positivos y creíamos que al pasar las dos semanas volveríamos a entrenar… pero al poco tiempo nos comunicaron que debíamos volver a Argentina.

– Pegar la vuelta fue muy duro, ¿no?

– Sí, fue algo muy triste, porque nosotros estábamos cómodos, bien, ya nos estábamos adaptando a la nueva rutina y mejorando mucho.

 – ¿Cómo sigue tu futuro? ¿El año que viene volvés a la academia? 

– Lo primero que quiero hacer es volver a entrenar y a jugar. Estar parado no le gusta a nadie. La chance de regresar a la academia en 2021 está y es algo que vamos a evaluar cuando lleguemos a fin de año con la gente de Rumi. La idea es volver, por edad podría hacerlo perfectamente, y si se puede estaría buenísimo para recuperar lo que no se pudo hacer este año.

– Para finalizar, ¿con tu preparación a qué apuntás, a una beca universitaria en Estados Unidos o una firma con un equipo de MLB?

– Lograr cualquiera de las dos cosas sería muy bueno, sin embargo creo lo más óptimo sería acceder a una beca para estudiar y jugar en una universidad en Estados Unidos.

Shahir Brahim y Joaquín Antoniassi, los dos chicos argentinos que participaron del viaje a la academia de MLB.

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